martes, diciembre 02, 2008

Pais Vasco, Cataluña... y también Mallorca

Un cura se niega a oficiar una boda en español y con coro rociero porque 'ofende a la Virgen'
El prior sólo accedió a oficiar parte de la ceremonia en español
El religioso consideró el coro 'impropio' de la cultura mallorquina

Actualizado martes 02/12/2008 13:21 (CET)

CARMEN MORALES
PALMA.- Querían una boda de las de toda la vida, por la iglesia, vestido inolvidable, flores y que les cantase un coro rociero. Lo de que fuese en castellano no lo pensaron, lo dieron por hecho.
Todo empezó como cualquier otra boda y así terminó. Pero, entre medias, no se pareció a ninguna otra. Como punto de partida, la ilusión de David y Mónica. Él, 35 años y ella, 30. Dos años y medio de relación y deciden que ha llegado el momento. Empiezan los preparativos. La novia se empeña en un coro rociero. "Mi sueño de toda la vida para el día de mi boda", puntualiza. La pareja nació y vive en Mallorca, pero sus orígenes son andaluces. Sus padres pertenecen al fenómeno migratorio de la década de los 70. Se instalaron en Mallorca, y hasta hoy. "Nos sentimos orgullosos de ser mallorquines, pero queríamos que nuestros orígenes estuviesen presentes ese día", precisa David. Toca elegir iglesia y David sabe de un sitio. Se dedica al mantenimiento de alumbrado y desde hacía 9 años arregla las luces del Monasterio de La Real. "Siempre nos había parecido un sitio precioso, así que lo elegimos. Además, nos sentimos muy identificados con la labor social del centro, porque sabemos que es muy intensa". Piden fecha y la tienen para octubre.
El monasterio está situado en el barrio de Es Secar del Real, a tres kilómetros de las murallas de Palma, en el norte de la ciudad. Los monjes coritos empiezan a edificarlo en 1239. En la actualidad, lo ocupa la Orden de los Sagrados Corazones, simpatizantes de formaciones afines al nacionalismo catalán y mallorquín. Así, el recinto ha acogido en los últimos años varios encuentros de formaciones nacionalistas vascas, catalanas y gallegas. El integrante de la ilegalizada Batasuna, Iñaki Gil de San Vicente, pronunció allí una conferencia en junio de 2004. Argumentó que los atentados del 11-M constituyeron la rebelión del pueblo musulmán contra la ocupación española de los últimos siglos.
Los cursos prematrimoniales empezaron en junio. El responsable, el prior Miquel Mascaró, imparte las lecciones en mallorquín.

Imposición del mallorquín
"A mí no me importaba", dice David, "porque lo hablo, pero ella no. Le pedí varias veces que hablara en castellano. Se negaba o, a veces, hablaba durante cinco minutos y luego regresaba al mallorquín. Cuando le explicaba que ella no se manejaba bien, me respondía que debía hablarlo porque para eso vivía en Mallorca".
A pesar de todo, intentan capear la situación porque los preparativos del enlance están en marcha. "No hablo el mallorquín, aunque nací aquí. Mi familia siempre ha hablado castellano, y nunca he tenido la necesidad de aprenderlo. Hasta ese momento, mi vida transcurría con normalidad".
Los cursillos avanzan y la pareja se encuentra con la sorpresa de que el prior sólo está dispuesto a oficiar la misa en catalán. Además, se niega de manera rotunda a la actuación del coro rociero. Según la pareja, el prelado argumentó "que el gasto era elevado e injustificable, aunque lo pagásemos nosotros". El religioso también les indicó que "cantar en presencia de la Virgen era una ofensa". Por último, añadió "que el coro rociero era propio de la cultura andaluza, no de la mallorquina, y no eran asimilables. Ni mejor ni peor, pero sí distintas", explica David. Después de varias conversaciones, el prior se mostró más tolerante con el tema lingüístico:les brindó la posibilidad de oficiar la mitad de la ceremonia en mallorquín y la otra, en castellano.
La desesperación cundió en la pareja. «Pensé que llegaríamos a un acuerdo», insiste David. No fue posible. Acudieron a la Casa de Andalucía de Mallorca donde les explicaron que "el actual prior tenía una postura mucho más nacionalista, porque antes sí habían cantado coros". La única solución fue cambiar de iglesia. "Nos sugirieron las Carmelitas en el centro de la ciudad. El sacerdote puso el templo a nuestra disposición". A Mónica le brillan los ojos cuando recuerda la ceremonia. "Todos se emocionaron con la salve. Recuerdo que incluso gente que caminaba por la calle entraba a la iglesia y se quedaba a escuchar". A pesar del trajín que supusieron todos los cambios de última hora, para Mónica está más que justificado. "Yo sólo quería entender mi boda", concluye.

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